miércoles, 9 de mayo de 2012

La escritura de la ciudad II


La ciudad es uno de esos registros escriturales. Como espacio organizado y habitado, responde a esa triple necesidad de crear un medio técnicamente eficaz, de conquistar y asegurar un marco de referencia para el sistema social y concretar la posibilidad y la realización de una puesta en orden del universo circulante.
"Lugar antropológico" denomina Marc Augé7 a esta construcción concreta y simbólica del espacio que no podría por sí sola dar cuenta de las vicisitudes y de las contradicciones de la vida social, pero a la cual se refieren todos aquellos a quienes ella les asigna un lugar por modesto o humilde que sea. Y como lugar antropológico, la ciudad es una inmensa escritura palimpséstica, lo cual nos permite enunciar al menos dos consecuencias básicas para nuestro caso; en primer lugar, no hay significaciones originarias que instauradas desde el momento de su realización, doten y legitimen ya de sentido a los monumentos de la ciudad y que en el devenir imperioso de la misma se vayan perdiendo lentamente. Las marcas visibles del espacio ciudadano no cargan una significación primaria que poco a poco se fuesen borrando. Verdaderas huellas caligráficas, esos lugares y espacios reinscriben sobre su superficie el ejercicio de nuevas significaciones: hasta el punto que cada elemento de la ciudad se constituye a partir de la huella de los demás elementos-huellas que la configuran.
En segundo lugar, el "vaciado de sentido" de la ciudad no es el efecto perverso del mundo contemporáneo. No asistimos hoy a la pérdida de unos valores referenciales que daban razón de ser a una "ciudad soñada", experiencia por lo demás repetida cuando se "desplaza" hacia atrás la mirada para intentar comprender un presente, en esa eterna búsqueda de un "punto de partida deseado".
Asistimos más bien a otra forma de leer, si se quiere, las marcas citadinas, justamente porque sobre esas marcas se han escrito otros procesos de semantización que nos colocan por lo contrario ante la exigencia de analizar esos procesos de desterritorialización que ella nos presenta hoy y describir en sus líneas e intersecciones, en sus recorridos y en sus rutas, en sus interacciones, encrucijadas y centros, la polivalencia de las ciudades imaginadas.

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